Sunday, June 27, 2010

Vestigios coloniales

Si la semana pasada me di una vuelta por la actual capital, San José, este fin de semana he visitado su predecesora, Cartago, antigua joya de la arquitectura colonial, pero que tuvo la mala suerte de ser destruida por tres importantes terremotos entre el siglo XVIII y principios del XX. Prácticamente nada queda hoy en día de aquel esplendoroso pasado. Una muestra de los desperfectos causados por los diversos seísmos la podemos ver en las ruinas de la antigua iglesia de Santiago, justo en la plaza central. Ahora solo quedan los muros exteriores, y en su interior se ha habilitado un coqueto jardín.


Plaza central con las ruinas al fondo


Jardín interior

El principal punto de interés de la ciudad es la basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, principal centro de culto religioso de Costa Rica, donde cada 2 de agosto tiene lugar una multitudinaria romería en honor de la Virgen, con miles de peregrinos llegados de todos los puntos del país. El templo acoge la imagen de “La Negrita”, una representación en piedra de la virgen, encontrada por una indígena en el siglo XVII y a la que se le atribuyen propiedades milagrosas.




Fieles ante la pila sagrada


Replica de La Negrita. La original se halla custodiada detrás del altar mayor.

Aparte de las ruinas y la basílica, apenas quedaba nada por ver en Cartago, así que me he tirado el resto de la mañana recorriéndome los alrededores. Mi primera opción era subir al volcán Irazú, a pocos kilómetros, pero había demasiadas nubes en la cima, con lo que lo reservo para otro momento. En su lugar, me he recorrido el valle de Orosi, un circuito precioso, con impresionantes paisajes, cafetales por doquier, y diversos puntos de interés legados del periodo en el que los conquistadores españoles se dedicaban a hacer la vida imposible a los indígenas a golpe de Biblia y espada.


Vistas desde el mirador de Orosi



Bajando en autobús desde Paraiso, y pasando por el mirador, se llega al bonito pueblo de Orosi, donde se halla la iglesia de San José, la más antigua de Costa Rica (1753). Es de los pocos asentamientos coloniales que han resistido los terremotos provocados por las frecuentes erupciones volcánicas. Entre sus atractivos también hay un par de fuentes termales, Los Balnearios y Los Patios.






Eso que se ve al fondo es el volcán Turrialba en plena erupción

Regresé de nuevo a Paraiso y volví a tomar otro autobús, esta vez hacia Ujarrás, para visitar las ruinas de la iglesia de la Inmaculada Concepción, del siglo XVIII, abandonada tras una terrible inundación en 1823. El santuario también albergaba una talla de la virgen milagrosa, y a ella se le atribuye entre otras cosas, proteger a la población de los ataques del pirata inglés Henry Morgan. Actualmente, la zona de las ruinas se ha transformado en un parque donde los domingueros vienen a hacer picnic y echar un rato agradable.





Tras un paréntesis para ver el Argentina-México en un bareto (Costa Rica es futbolera al 100% y el mundial se vive al máximo), y de paso descansar los pies, concluí mi ruta por el valle haciendo un alto en la presa de Cachí, la mayor central hidroeléctrica de Costa Rica, que abastece de electricidad a San José y la mayor parte del centro del país. Las vistas desde el puente son geniales.





Y así terminó un día totalmente mochilero, de estos de ir de aquí para allá, de autobús en autobús, dejándose llevar, sin un plan concreto. Me ha recordado a una de tantas etapas en aquellos viajes por la India, en los que acababa exhausto, como en estos momentos, pero feliz y satisfecho por lo que he visto. Principalmente me han encantado los paisajes, como viene siendo habitual en estas tierras, y por supuesto, el trato de la gente, siempre tan amigable. Lo vuelvo a repetir: me va a dar mucha pena el día que tenga que abandonar este lugar.

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