Tuesday, July 20, 2010

El letargo del gigante

Recortando el horizonte, emergiendo desde las frondosas selvas, y saludando a base de inquietantes fumarolas, los volcanes son una parte esencial del paisaje costarricense. Este domingo visité el más grande y alto del país, el volcán Irazú, dentro del parque nacional del mismo nombre. Su nombre procede del vocablo indígena arat-zu, que significa lugar de truenos y temblores, aunque actualmente, y por suerte para el visitante, es un sitio bastante tranquilo y sin riesgo de erupciones.




Vista del cráter principal, de 1050 metros de diámetro.


Uno de los coatis que merodean por el parque.

Tuvimos la suerte de llegar temprano gracias a que mi colega holandés, Kevin, nos llevó en el coche. De no ser así, apenas hubiéramos podido disfrutar nada del paisaje, ya que a partir de las 10 de la mañana es cuando las nubes empiezan a cubrirlo todo con su manto. A través de un sendero, atravesando la salvaje vegetación (hay una carretera, pero no es tan divertido entonces), llegamos a la cima, a 3432 metros de altitud, que por cierto es el punto más alto en el que he estado nunca. Desde aquí, en los días despejados, es posible divisar tanto el Caribe como el Pacífico.


¡Pura vida!




No podía faltar la clásica foto haciendo el canelo

Aparte del Irazú, existen en Costa Rica unos 112 volcanes, cinco de los cuales están activos. Uno de ellos, sin ir más lejos, es el Turrialba, justo enfrente de la escuela donde trabajo. Hace poco pudimos disfrutar de una erupción, aunque esta se quedó solamente en una nube de cenizas. Es difícil predecir cuando sucederá la próxima grande, pero por lo que he podido oír, no anda muy lejos por los signos que empiezan a apreciarse.


El Turrialba haciéndose notar

Y como la lava del volcán por sus laderas, el tiempo corre deprisa y ya empiezo a sentir que apenas me queda nada. De hecho, tras el próximo fin de semana, en el cual visitaré la provincia de Guanacaste, la más popular en cuanto al folklore nacional, solamente tendré cuatro oportunidades más de seguir disfrutando de las maravillas ticas. El resto de los días continuaré trabajando a tope, aunque a mitad de agosto el ritmo afloja. Sea como sea, estoy seguro de que lo seguiré disfrutando hasta el final.

(Agradecimientos especiales a Ben por sus excelentes fotos, el día en que mis baterías de la cámara me jugaron una mala pasada)

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