Son más las similitudes que las diferencias las que percibo con respecto a Turrialba. Por ejemplo, las dos están rodeadas de paisajes naturales bellísimos, su clima es templado tirando a fresco por las noches, y son localidades bastante apacibles. Además, ambas cuentan con un volcán en activo en sus alrededores. Por otra parte, las actividades principales que se pueden hacer por estas tierras están también relacionadas con el ecoturismo, como senderismo por parques naturales, canopy o rafting, por citar algunos ejemplos. Como digo, apenas he notado diferencias, salvo en los precios, que aquí son algo más bajos que en Costa Rica.
La escuela de español donde trabajo está a unos 5 kilómetros del pueblo, en una pequeña finca con un esplendido jardín frutal, y alojamiento para estudiantes y profesores. El ritmo de trabajo durante estos dos primeros días está siendo realmente frenético (hoy he batido mi record personal con 9 horas de clase), pero la atmósfera invita a la relajación y al disfrute. Tengo que decir que, a pesar de la cantidad de horas, casi no me siento cansado, aunque si que me gustaría disponer de un poquito más de tiempo para no tener que andar a la carrera con todo.
Entrada a la escuela con el volcán Barú al fondo
Las hamacas que no falten
Van a ser solo unos pocos días (planeo volver a Turrialba al final de la semana que viene), y la mayoría de ellos voy a estar hasta arriba de curro, así que dudo que llegue a conocer mucho del estilo de vida panameño. De todos modos, no me quisiera ir sin visitar la principal atracción del país, el gran canal, y pasar por la escuela de Bocas, aunque solo sea para asomar el hocico por la meca de la diversión en Panamá. Sin duda, corto pero intenso periplo el que acaba de comenzar.
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